Los Surcos Del Agua

Los Surcos Del Agua

Se respiran aires de cambio acuarianos. Se vislumbra la renovación, la capacidad de sembrar nuevas formas, de revolucionar la manera como interactuamos con el mundo. La luna nueva en Acuario llega a recordarnos la necesidad de innovar, de frenar los patrones conocidos y abrir la capacidad de percepción para explorar formas alternativas.

La luna nos habla de nuestro marco emocional, es el paisaje desde el cual habitamos la sensación de seguridad, nutrición y subsistencia. Las emociones son agua, son fluidas, son memorias en las que quedó grabado el sello energético –la forma—como se satisfacían nuestras necesidades cuando éramos bebés. La Luna es agua, es la matriz por medio de la cual entramos a esta materialidad, es el líquido amniótico en el que se imprime la memoria.

El agua tiene memoria, es una propiedad física de este elemento. Al enlazar sus moléculas, el agua crea una red que tiene la capacidad de captar la energía, de recibir su forma y conservarla. Su energía es receptiva, responde a una orden impresa y la reproduce mediante su red, siguiendo los patrones construidos. El agua es espejo, refleja el impulso externo que la besa y resuena el eco de su palpitar.

La luna es sustancia, es plasticidad, es la materia prima que se moldea con un impulso y atesora lo marcado en ella. Con un ritmo vital replica su forma, la vuelve surcos, nutre su reproducción. La vitalidad de la luna permite alcanzar la maestría de la forma, hasta cristalizar la figura final, aquella que roza el límite y recibe la orden de transgredirlo, como el pez que rompe el huevo, como el bebé que se abre paso por el canal vaginal.

Es necesario actualizar la información de la matriz, permitir el ingreso de nuevas señales que creen nuevos moldes para la sustancia, para que el sistema se actualice, se adapte a las nuevas condiciones y estímulos, dé lugar a mutaciones, y no sea la repetición ilimitada de las formas primigenias. Los límites rechazan la inercia de la memoria, son el borde de la reiteración, le abren paso a la travesía y a la percepción de los estímulos del presente. La semilla no podría expresar toda la información que tiene en su interior si no rompe su caparazón y echa raíces. Las hebras que crecen y se expanden por la tierra son las formas alteradas que permitirán la interacción de la planta con el entorno en el que crece, con un sistema más amplio que el del interior de su coraza. La elevación del tallo y las hojas en crecimiento son formas diferenciadas con las que la planta garantiza su subsistencia, su florecimiento, su reproducción. En este movimiento de transgresión es posible la novedad, lo espontáneo, lo que todavía no es, es en esta reiteración del ciclo entre impresión – crecimiento – cristalización – transgresión que se expande el espacio para desplegar nuevas posibilidades.

En el cielo están conjuntos el Sol, la Luna y Saturno, las tres energías vibrando unidas para renovar nuestro sistema, sembrar revoluciones y crear nuevos mundos que se sostengan en la materia. Es tiempo fértil para sembrar nuevos mecanismos, nuevas narrativas, para incorporar nuevas formas, para pulir nuevas veredas.

En VerdeBendita sembramos Artemisa, sembramos futuros esperanzadores con la energía de la diosa de la luna. Es una planta que nos ofrece renovación, nutrición y protección. En la mitología griega, Artemisa es la guardiana del útero, la protectora de los nacimientos, es el arquetipo de la memoria del agua.

La Artemisa es sustancia, es plasticidad, es maleabilidad. Cuando la consumimos, nuestro cuerpo recupera flexibilidad, los órganos, los tejidos, las células, las cadenas de ADN reimprimen formas armoniosas. La Artemisa es vitalidad, equilibra nuestros sistemas, los nutre para que sigan reproduciéndose. La Artemisa es una planta bendita, cultiva regeneración en los cuerpos y en los territorios. Es una planta que ha caminado con la humanidad, se usa desde tiempos muy antiguos –hay registros de su uso en la medicina tradicional china en el 5000 a. C.—y se conoce popularmente como la planta de las brujas.

La diosa Artemisa es una cazadora talentosa. Donde posa su ojo, posa su flecha. Su mirada amplia, su flecha potente, su precisión, le permiten transgredir los límites, expandir su espacio de figuración. Sus disparos tienen la fuerza de los truenos uranianos. La Artemisa: siembra de vida, siembra de revoluciones.

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